31.1.08

Macedonio Fernández: ningún lugar común

Releyendo a Macedonio y segura de que a este sitio de poesía le sobran rimas y le faltan guiños de reflexión alguna, por fin me he decidido a rascar la sien de mi modesto blog, con la sutil inteligencia de este genio.
Lo que ha sido ardua, siempre mezquina y no menos caprichosa, es la selección de escritos que siguen a continuación. No faltará un poema, claro, pero antes, un extracto del Brindis de Recienvenido:



Oratoria del hombre confuso



"...La primera vez de cualquier cosa debiera venir después de unas cuántas; para evitar contradicción en los términos bastará trocar su designación numérica por una algebraica, llamarla alfa. Yo no lo pensé, y me dirigí sin ensayo a la señorita que pasaba (para que una señorita pase es preciso estar sentado a una mesita de bar de las que en verano se salen a la vereda: allí estaba yo y en ese mismo bar) y le dije esta sola palabra: "Leve como velo de nube del pincel de Figari; bella como acertar con un asiento lleno de uno mismo en un tranvía lleno de otros; ojos negros como la pena del que no los ha visto, ¿por qué tu andar te aleja de mí si bastaría detenerlo para que la latitud de nuestra separación cesara de crecer?..." Pensaba extenderme satisfactoriamente sobre las consecuencias geométricas que fluían de la posición recíproca especial tan bien preparada por mis palabras, cuando un golpe, rectilíneo posiblemente, hizo dos mitades de mi elocuencia y aún tuve que dividir ésta con un vigilante que se había tenido oculto en mitad de la calzada haciéndose notable por grandes señas a cuanto movimiento entorpecible y estorbable divisaba..."



Su poesía:



HAY UN MORIR


No me lleves a sombras de la muerte
Adonde se hará sombra mi vida,
Donde sólo se vive el haber sido.
No quiero el vivir del recuerdo.
Dame otros días como éstos de la vida.
Oh no tan pronto hagas
De mí un ausente
Y el ausente de mí.
¡Que no te lleves mi Hoy!
Quisiera estarme todavía en mí.
Hay un morir si de unos ojos
Se voltea la mirada de amor
Y queda sólo el mirar del vivir.
Es el mirar de sombras de la Muerte.
No es Muerte la libadora de mejillas,
Esto es Muerte. Olvido en ojos mirantes.



CREÍA YO


No a todo alcanza Amor, pues que no puedo
romper el gajo con que Muerte toca.
Más poco Muerte puede
si en corazón de Amor su miedo muere.
Más poco Muerte puede, pues no puede
entrar su miedo en pecho donde Amor.
Que Muerte rige a Vida; Amor a Muerte.




SUAVE ENCANTAMIENTO


Profundos y plenos
cual dos graciosas, breves inmensidades
moran tus ojos en tu rostro
como dueños;y cuando en su fondo
veo jugar y ascender la llama de un alma radiosa
parece que la mañana se incorpora
luminosa, allá entre mar y cielo,
sobre la línea que soñando se mece
entre los dos azules imperios,
la línea que en nuestro corazón se detiene
para que sus esperanzas la acaricien
y la bese nuestra mirada;cuando nuestro "ser" contempla
enjugando sus lágrimas
y, silenciosamente,
se abre a todas las brisas de la Vida;
cuando miramos las amigas de los días que fueron
flotando en el Pasado
como en el fondo del camino
el polvo de nuestras peregrinaciones.
Ojos que se abren como las mañanas
y que cerrándose dejan caer la tarde.




Algunas frases:



· "Ya que no puedo hacer copla ni proverbio comparables a uno cualquiera de las docenas que inventó el pueblo, no me queda más camino que hacerme escritor de muchos volúmenes."


· "Los otros días iba caminando muy entretenido y me encuentro con el arroyo más raro del mundo: figúrese que la orilla de este lado la tenía del otro."


· "Se estaba produciendo una lluvia de día domingo con completa equivocación porque estábamos en martes, día de semana seco por excelencia. Pero con todo esto no estaba sucediendo nada: la orden de huelga de sucesos se cumplía."


· "Creo que desciendo de uno de los mayores o más grandes —qué feo y obligatorio modo de calificación— pintores españoles, del cual heredé y he acrecentado una incapacidad completa para el dibujo, vista poderosa, pupilas de un inútil color azul, pues veo el mundo de los mismos colores que lo ven los de ojos negros y el agua es incolora para mí como para ellos..."


Retrato de Macedonio Fernández, de la artista Betina Bonifatti.

Dijo Borges:

"Macedonio, detrás de un cigarrillo y en tren afable de semidiós acriollado, sabe inventar entre dos amargos un mundo y desinflarlo en seguidita..."

J. L. BORGES: El tamaño de mi esperanza (1926).

Falta aún más acerca de Macedonio, ¡pero ahí están sus libros!.

Corran a las librerías y bibliotecas que resisten en pie todavía y vuélvanse leyendo "Museo de la Novela de la Eterna", por ejemplo. Si podemos caminar mientras hablamos por teléfono o escribimos un mensaje de texto, por qué no enriquecer nuestra marcha con una bella lectura.

La advertencia se ha hecho, después no pataléen la omisión de su lectura.

V.M

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Yo opino, tú opinas...

Gira, el mundo gira...


contador de visitas